Internet MéxicoComer Tide Pods y otros retos que desafían nuestra capacidad de absurdo

Sara Guerrero5 años atrás348022 min

En la era digital donde somos sobre-estimulados por cientos de imágenes es posible que nuestra capacidad de absurdo haya sido alterada y esté sujeta a nuevos parámetros.

En el mundo siempre se han hecho cosas absurdas o ¿será algo exclusivo de las “generaciones de ahora”? Aunque realmente no hay evidencia concreta de que las nuevas generaciones son más inherentemente imprudentes que las pasadas, en los últimos años han surgido diversos retos en Internet que retan la capacidad de absurdo que se tenía en el imaginario colectivo hasta ahora.

¿Qué tienen los retos que resultan tan irresistibles a las personas? Más de uno recordará aquellos desafíos infantiles de la llamada telefónica al azar, timbrar un vecino y darse a la fuga, o comer algún tipo de picante para ver quién era el vencedor. Era diversión inocente y que podía ser que comenzara y terminara en el mismo círculo de personas que participaron en ese momento. Difícil era imaginar que tal vez en algún futuro se podrían hacer retos con desconocidos viviendo del otro lado del mundo.

Como muchos fenómenos nacidos en internet, los retos se han vuelto virales y en muchas ocasiones, han salido de control. En un comienzo hubo aquellos como el mannequin challenge o el ASL Ice Bucket Challenge donde además de buscar divertirse, se recaudaron cerca de 115 millones de dólares en el 2014.

Hoy, los retos parecen haberse desprendido de aquella ingenuidad y diversión intrascendente que los caracterizó para convertirse en juegos que pueden llegar a dañar la salud o causar la muerte de sus participantes. La lista es larga: hubo el Kylie Jenner Lip Challenge, donde los usuarios intentaban aumentar el tamaño de sus labios con un vaso, el salt & ice Challenge o el fire challenge donde las personas se prendían en fuego a sí mismas.

El último reto, llevado a cabo a finales del 2017 y principios del 2018, fue el Tide Pod Challenge donde los usuarios se grababan a sí mismos mordiendo o ingiriendo cápsulas de detergente solos o en otras comidas como pizza.

Así como muchas hechos virales que suceden en la red, el comienzo del Tide Pod Challenge es incierto y aunque no causó muertes, tan solo en enero de 2018 se reportaron 37 casos graves por haber ingerido la cápsula, según el Washington Post.

La psicología detrás del acto 

Puede resultar incomprensible para muchos la razón por la que las personas llegan a sacrificar su salud por una moda pasajera. Tal vez algunos digan que es por la “perversión” de las redes sociales o que los “jóvenes de ahora” ya no son como antes. Pero, ¿es justo decir que las generaciones de ahora tienen el monopolio en hacer cosas que se pueden categorizar como absurdas?

Existen estudios que exploran cómo las redes sociales están transformando la economía, reformando las instituciones y cambiando ciertas prácticas sociales pero poco se sabe a ciencia cierta sobre cómo afecta psicológicamente a las personas.

A partir de ver retos como el de los Tide pods, pueden surgir ciertas preguntas: ¿qué inclina a las personas a participar conscientemente en algo que daña su salud?, ¿influyen las redes sociales en estas actividades? Si es así, ¿cómo?

En entrevista con el Dr. Néstor Fernández Sánchez, Licenciado y Maestro en Psicología, y Doctor en Pedagogía, comentamos los puntos anteriores en busca de una explicación.

“Establecer retos, en los que los demás puedan ver el logro de los mismos, es un tema de sentido de pertenencia, principalmente en los adolescente y jóvenes”, explicó el Dr. Sánchez, quien también es profesor de psicología en la UNAM.

“En las redes sociales virtuales, facilitadas hoy en día por Internet, es más viable establecer la comunicación en texto, audio y video; de esta forma, quien necesita ser leído, escuchado u observado para tener la atención de los otros, realiza actos de diversa índole.”

De acuerdo con el Dr. Fernández, la pertenencia es el sentimiento que surge cuando un individuo forma parte de un grupo. Dicho sentimiento facilita la identidad propia y permite establecer vínculos fuertes entre las personas.

Al no sentirse parte del grupo, es probable que las personas pretendan destacar para ser “mejor” admitidos y buscan opciones para realimentar su propia autoestima y el reconocimiento que aspiran. De esta manera comienza la “reparación mítica”, la búsqueda excesiva de reconocimiento para construir una identidad sólida, incluso atentando contra los valores y la salud.

El Maestro en psicología resaltó el alcance que pueden llegar a tener las personas gracias a las redes sociales, donde es más fácil mostrar evidencias de los retos. En este panorama, los comentarios o puntuaciones se miden por medio de likes y se interpretan como reconocimiento o sanción, lo que provoca satisfacción o rechazo.

¿Es posible que crezca una adicción a partir de estos sentimientos? El Dr. Néstor Fernández opina que sí.

“La satisfacción por el hecho de realizar la tarea o las consecuencias de ello pueden llegar a provocar reacciones químicas en el individuo y es cuando la dopamina, un neurotransmisor, facilita la secreción de otros compuestos químicos que provocan sensación de emoción e, incluso, el placer.”

Tales reacciones estimulan a la persona a buscar más conductas que le vuelvan a hacer sentir esa sensación agradable por lo que la búsqueda persistente y exagerada puede llegar a propiciar trastornos de conducta similares a las que presentan las personas adictas.

Además, al desviar su tiempo y atención en tareas que le llevan a olvidar sus responsabilidades, el usuario puede llegar a ser penalizado por su círculo social más cercano. Entonces, busca con mayor empeño aquellas situaciones que sí le proveen recompensa social, creando  un círculo vicioso que puede atentar contra su salud social.

La escena de una comida familiar donde hay un hijo que está inmerso en las interacciones que ve en su pantalla mientras que a los padres su actitud les parece particularmente molesta no es muy alejada a la realidad.

En su explicación, el profesor y psicólogo opina que los padres olvidan que ellos mismos desviaron su participación familiar por estar atentos a las reacciones de sus amigos ya sea de manera virtual o en persona. Estas interacciones juegan un papel importante en la conformación de la identidad y el papel que juega las personas en la sociedad actual.

“Bajo este contexto, ¿qué pueden ofrecer los padres de familia que atraiga más y mejor la atención de los jóvenes hacia un ambiente que consideramos como “sano”?”

El panóptico de la sociedad 

En las redes existe un constante sentimiento de observación y vigilancia. Si bien el Dr. Sánchez Fernández acordó que la exposición a los ojos de los demás es un factor que influye en el comportamiento de las personas, existe una teoría que también lo constata.

El panóptico es un mecanismo que surgió de la imaginación del famoso filósofo utilitarista Jeremy Bentham, diseñado para controlar el comportamiento de los presos en las cárceles. Su teoría consistía en una estructura arquitectónica circular donde las celdas estuvieran sin comunicación y en torno a un punto central de modo que los reclusos podían ser observados desde una torre de vigilancia ubicada en el centro.

En los 70’s, Michel Foucault retomó la teoría del Panóptico debido a que vio en su sociedad actual un reflejo de dicho sistema.

Para este Foucault, el paso de los tiempos ha provocado que nos sumerjamos en una sociedad disciplinaria, que controla el comportamiento de sus miembros mediante la imposición de la vigilancia. – Oscar Castillero, psícologo y redactor

Si la teoría habla sobre cómo el ser conscientes de ser vigilados puede cambiar el comportamiento de las personas y condicionarlo a lo que es socialmente “aceptable”, entonces se puede aplicar a las interacciones dentro de los espacios digitales también. En la era digital, el contenido que subimos a Internet está siendo constantemente observado por una gran red de contactos y usuarios desconocidos.

Al hacer nuestras acciones y movimientos en las plataformas digitales visibles a un público, las redes sociales nos exponen a una especie de panóptico virtual. En esta ocasión, la vigilancia no viene de unos pocos en el poder hacia muchos, sino viene de las personas con las que compartimos las redes sociales y otros espacios digitales.

En la teoría del panóptico, el estar conscientes de ser observados cambiaba la actitud de los reos a una que ellos pensaban que podía ser más agradable a los guardias o a quien sea que estuviera viendo. En el panóptico digital, entre tantas voces y demanda por contenido, es probable que surja una necesidad por sobresalir, ser visto y actuar de una manera que se crea que es satisfactoria para los demás.

¿En un mundo donde todos vemos y estamos siendo observados, será descabellado pensar que nuestra percepción de lo que es actuar normal esté siendo alterada? ¿Es posible que en esta competencia por atención e influencia en el mundo digital hemos llegado a una cultura de extremos?

La manera en la que funcionan las plataformas sociales en Internet facilitan que cualquier persona pueda tener un alcance mayor o equivalente al de cualquier celebridad. Los retos, a su vez, pueden crear esa oportunidad única de llegar a ser visto y validado por una mayor cantidad de personas en Internet.

La posibilidad de tener validación constante ha generado en muchos usuarios una adicción que puede llevarlos a empujar sus límites por atención y llegar a extremos como ingerir detergente. Por lo tanto, quizás exista una posibilidad de que los retos no sean una simple moda pasajera si no el primero de muchos intentos por llegar al reconocimiento global.

Puede que aún quede mucho por ver de los jóvenes usuarios de Internet, de aquellos que están por llegar a la red y de las inesperadas acciones que en este momento probablemente se están cocinando. ¿De qué tratarán? ¿Supondrán aún más peligro para quienes participen? Las respuestas son ambiguas, cada persona tendrá su opinión al respecto pero para poder averiguarlo solo queda una cosa por hacer: escuchar.

Escuchar a los jóvenes, conocer su entorno, sus inquietudes y analizar cómo las redes sociales les afectan en su vida tanto privada como social. Quizás así se pueda llegar a un punto de entendimiento y ayuda mutua para sobrevivir al mundo de las redes. O como dijo el Dr. Fernández, tal vez la opción sea ofrecer a los jóvenes algo que atraiga más y mejor la atención hacia un ambiente que consideramos como “sano”.

Sara Guerrero

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