Existe una burbuja donde vive todo el contenido que consumes, mismo que se alimenta de tus gustos e intereses. Un lugar hecho exclusivamente para ti.
Si esto es así, ¿hay realidades diversas para cada usuario de la red?
Quizás no sea un secreto que el contenido que circula por diversos portales, redes sociales y sistemas de mensajería es cada vez mayor, lo que se traduce en cantidades infames de datos imposibles de ser consumidos por una sola persona. Con la aplicación de algoritmos avanzados, los contenidos parecen ser dirigidos a públicos específicos lo que podría evitar la saturación
¿Alguna vez has buscado algo en Internet y notado que después de dicha búsqueda empiezas a recibir más contenido relacionado? O, ¿que de un momento donde había contenido de todo tipo en tus redes sociales ahora sólo hay ideas similares a las tuyas? ¿Has notado que tu consumo en Internet gira en torno a ti y a tus gustos, que navegas en una burbuja de información?
El término burbujas de información fue acuñado por el ciberactivista Eli Pariser en su libro The Filter Bubble: how the personalized web is changing what we read and think.
“Una burbuja de información es como tu propio y único universo de información en el que vives en línea. Lo que hay depende en quién eres y lo que haces. Tú no decides lo que llega y no ves lo que queda fuera.” – Eli Pariser
Este fenómeno es el resultado de un algoritmo que personaliza el contenido que le llega a cada individuo (Graefe y Haim, 2017).
De acuerdo con Google, los algoritmos son fórmulas y procesos informáticos que toman las preguntas y las convierten en respuestas, basándose en más de 200 señales y estructuras de datos. En ellos se combinan elementos como los términos empleados por el usuario, el sitio web, Pagerank, la actualidad del contenido y la región de la persona como la del emisor de la información.
En pocas palabras, son herramientas que se utilizan para determinar la posición en que aparecerá un sitio web en los resultados de búsqueda.
Por ejemplo, al ingresar a Facebook o Twitter, se puede notar que la mayor parte de la información que le llega a un usuario en específico es una reafirmación de su manera de ver y vivir el mundo. Eso es porque la meta de las redes es que tu experiencia en ellas sea satisfactoria. (María Cristina Capelo, 2017)
Así, los usuarios pasan más tiempo y maximizan el número de clicks y ganancias económicas de la página. De otra forma, recibir información que reta a pensar de nuevas maneras o cuestionar supuestos puede llegar a ser frustrante y difícil.
El conjunto de las variables anteriores crean las burbujas de información o un internet personalizado donde los usuarios reciben contenido de acuerdo a sus intereses.
La era de la personalización
Las burbujas de información surgen a partir de que se crean algoritmos de personalización dentro de los buscadores. El 4 de diciembre de 2009 un post del blog corporativo de Google anunció dicha actualización. De una manera muy discreta y con poca publicidad, la empresa hizo saber al mundo de sus planes de personalizar sus filtros de búsqueda.
“A partir de hoy, Google va a personalizar los resultados de búsqueda de quien sea que use su buscador, sin importar si optaron, o no, previamente por la característica de personalización.” –Danny Sullivan, periodista y analista digital en Third Door Media
Desde entonces, Google comenzó a utilizar 57 señales – desde la computadora del usuario, el browser donde navega, su ubicación – para saber quién es el usuario y los sitios que frecuenta. Cada click se convirtió en información que el buscador guarda y utiliza para filtrar sus intereses.
Según afirmaciones de Sullivan, si un usuario hace clicks constantemente en links publicitarios de Amazon, Google aplica lo que actualmente se conoce como Machine Learning, donde aprende y memoriza los comportamientos del usuario para dar un boost y va a empezar a colocar a Amazon en búsquedas donde antes no salía.
Así, Google crea un efecto “espejo” con sus usuarios donde brinda información de interés para cada usuario y se convierte en una plataforma que entrega “verdades absolutas” en vez de equipar al lector con información y conocimiento para que haga decisiones conscientes.
Después de casi 10 años, la compañía aceptó la falla que tienen sus algoritmos en reconocer el significado de una oración en vez de tomar el sentido literal de las palabras y arrojar así resultados. Ahora trabajan en un plan para poder resolver el problema:
“A menudo los editores ofrecen diversas perspectivas legítimas, y queremos proveer a nuestros usuarios más visibilidad y acceso a estas perspectivas que vienen de múltiples fuentes” -Matthew Gray, Ingeniero de Software en Google
Hoy no es solo Google ni Facebook quienes personalizan lo que ves en la pantalla, otras plataformas de noticias como The New Yorker, de redes sociales como Twitter y de entretenimiento como Netflix también utilizan esa herramienta de una forma u otra.
¿Estás exento a vivir en la burbuja?
De acuerdo con Eli Pariser, las burbujas de información tienen tres características:
- Aislan: el usuario es el único que navega en su burbuja y aunque sus intereses pueden llegar a ser compartidos; es difícil que alguien tenga los mismos rasgos, búsquedas y clicks que otros.
- Son invisibles: la agenda de Google es opaca, no dice quién cree que es el usuario ni por qué le da cierta información. En fin, tampoco se sabe si la información acerca del usuario es cierta o está basada en puros supuestos.
- No se elige entrar a ellas: cuando alguien lee algo o escoge un canal, es esa persona quien hace la decisión. En cambio, en la burbuja la información llega al usuario sin que éste tenga elección.
No todo es negativo; los usuarios dejan de estar expuestos a la exhaustiva cantidad de contenido que se crea en Internet diario: 656 millones de tuits, más de 4 millones de horas de contenido subido a Youtube y 2.6 millones de entradas de blog al día (Worldometers).
Desafortunadamente, los algoritmos no tienen ética. No discriminan la información que un usuario puede recibir; no mide la veracidad, la relevancia ni la cantidad de ésta.
Las burbujas de información no están diseñadas para adentrarnos a nuevos mundos. Como resultado, podemos perdernos de cierta flexibilidad mental y apertura que el contacto con lo diferente crea. (Parisier, 2011).
De hecho, en 2016, Facebook tuvo un accidente con sus algoritmos y por consecuencia, miles de usuarios se vieron expuestos a nuevos conceptos, reportando su insatisfacción a la plataforma.
“A todos aquellos que se vieron forzados a leer un título con el cual no estuvieron de acuerdo cuando visitaron Facebook ayer, lo sentimos mucho. Es una falla inexcusable de nuestra parte si sus puntos de vista no fueron reforzados por lo que vieron en pantalla. Quiero que todos los usuarios de Facebook sepan que nunca volverán a encontrarse con ideas que de alguna manera sean nuevas o ideológicamente retadoras nuestro sitio- es mi promesa personal.” – Mark Zuckerberg, CEO de Facebook
La personalización en los filtros de búsqueda ha resultado ser buena para las compras en línea, pero no para promover la diversidad de ideas y personas. Un ejemplo de ello es Amazon.
“Quiero devolver la venta de libros por internet a los tiempos en que uno iba a la librería de toda la vida y el librero, que te conocía perfectamente, te decía: ‘Sé que te gusta John Irving y acaba de salir un nuevo escritor que me lo recuerda mucho. Creo que este libro te va a gustar.’” – Jezz Bezos, fundador de Amazon
Si bien el fin altruista de los algoritmos era crear cierta intimidad con los usuarios, se pierde cuando éstos sólo reciben lo que les interesa. De esta manera, las burbujas pueden llegar a crear usuarios más individualistas que piensan que dicho tema o forma de pensar que se hable en sus burbujas define la realidad del país o del mundo.
Conclusión
Parece ser que nuestro futuro está predeterminado por nuestros clicks pasados. Sin saberlo, cada persona navega en un internet diseñado para ella y aunque coincida muchas veces con otros usuarios, nunca van a estar en la misma burbuja de información. Los filtros personalizados pueden afectar la manera en la que pensamos y aprendemos, ya que en vez de recibir una variedad de contenidos, se recibe sólo lo que el algoritmo cree que queremos ver.
Al ilustrar unas posibilidades y bloquear otras, las burbujas de información pueden llegar a incidir en nuestras decisiones. Así que si queremos conocer la manera en la que realmente funciona el mundo, tenemos que entender primero cómo funcionan los filtros y encontrar, tal vez, la manera de reventar nuestras burbujas de información.