La transformación digital no solo ha cambiado la forma en que se prestan servicios; también ha abierto nuevas oportunidades para monetizar tecnologías internas. En este contexto, surge la economía API, un modelo donde las empresas convierten algunas partes de su infraestructura digital —antes reservadas para uso interno— en productos tecnológicos listos para ser integrados por terceros.
Aunque en sus inicios este enfoque fue impulsado por compañías tecnológicas y fintechs, hoy vemos cómo sectores no financieros también están adoptando APIs para generar nuevas fuentes de ingresos, ampliar su alcance y acelerar la innovación.
¿Qué es la economía API?
¿Alguna vez has pensado en la “magia” que ocurre cuando una app de viajes te muestra precios de diferentes aerolíneas, o cuando un sitio web te permite pagar con tu cuenta de un banco que no es el suyo? Detrás de esa fluidez y esas integraciones que nos facilitan la vida, hay una tendencia económica silenciosa: la economía API.
Los servicios y funciones de una empresa son como bloques de LEGO. Tradicionalmente, cada empresa construía su castillo de LEGO completo y lo ponía a disposición del público. Pero con la economía API, esas empresas deciden “abrir” algunos de sus bloques de LEGO para que otras empresas, incluso sus competidores o aliados, puedan tomarlos y usarlos para construir sus propios castillos, más grandes, más complejos y con nuevas funcionalidades.
En pocas palabras, la economía API es la creciente tendencia de las empresas (especialmente en sectores tradicionalmente no tecnológicos o no financieros) de exponer sus funcionalidades internas, sus datos o sus servicios a través de APIs para que otros desarrolladores y empresas puedan integrarlos en sus propias ofertas y, a menudo, monetizar ese acceso. Ya no se trata solo de construir tu propio producto final, sino de permitir que otros construyan sobre lo que tú ya tienes. Es una forma de extender el alcance de tu negocio más allá de tus límites tradicionales.
Aquí es donde entra la API (Application Programming Interface). Piensa en ella como un “traductor” o “mensajero” que permite que dos programas de software se comuniquen entre sí de manera estandarizada y segura. Es el puente invisible que permite que el sistema de reservas de una aerolínea “hable” con la app de viajes, o que el procesador de pagos de un banco “hable” con una tienda online.
¿Qué está impulsando esta tendencia?
Esta tendencia no es casualidad; varios factores la están impulsando con fuerza:
Digitalización acelerada: empresas de todos los tamaños buscan incorporar capacidades digitales sin desarrollar todo desde cero. La infraestructura tecnológica actual, basada en la nube y arquitecturas de microservicios, facilita mucho la construcción y exposición de APIs. Es más sencillo “desglosar” un servicio en pequeños componentes y ofrecer acceso a ellos individualmente.
Desacoplamiento tecnológico: cada vez es más común construir soluciones por componentes, aprovechando APIs externas. Hoy, casi cualquier negocio es, en esencia, un negocio tecnológico. Las empresas se han dado cuenta de que necesitan ser más ágiles, eficientes y estar presentes en más lugares. Las APIs son el motor que permite esa agilidad, al integrar servicios rápidamente sin tener que reinventar la rueda.
Cambio de mentalidad: se empieza a ver el desarrollo tecnológico no solo como un soporte operativo, sino como un activo que puede generar ingresos. Los usuarios esperan que todo funcione de manera fluida y conectada. Quieren que sus apps de ejercicio se sincronicen con sus apps de salud, que su plataforma de e-commerce se conecte con su método de pago preferido, o que su CRM se integre con su herramienta de marketing. Las APIs son las que hacen posible estas experiencias “embebidas” y sin interrupciones.
Nuevos modelos de negocios: las empresas están descubriendo que sus datos y funcionalidades pueden ser valiosos para otros. Pueden cobrar por el uso de sus APIs (por llamada, por volumen de datos, por suscripción), abriendo nuevas líneas de ingresos que antes no existían. Es una forma de “desempaquetar” el valor y venderlo de maneras creativas. En lugar de ver a todos como competidores, muchas empresas están descubriendo que la colaboración a través de APIs puede generar un valor exponencial. Al unir fuerzas y capacidades, se pueden crear soluciones más innovadoras y completas que beneficien a todos: a la empresa que expone la API, a la que la consume y, por supuesto, al cliente final.
Nuevas regulaciones (como la Ley Fintech en México): han fomentado una mayor apertura e interoperabilidad entre plataformas.
En resumen, la economía API es la fuerza invisible que está desbloqueando el valor oculto en las operaciones de las empresas, permitiendo que sus funcionalidades se conviertan en bloques de construcción para la innovación de otros y, a su vez, generen nuevas fuentes de ingresos. ¡Es el futuro de los negocios interconectados!
Casos reales en sectores no financieros
Aunque la economía API comenzó con grandes tecnológicas y plataformas financieras, hoy vemos ejemplos concretos en rubros como logística, salud, retail y transporte:
- Retail
Tiendas departamentales y cadenas de supermercados han empezado a ofrecer APIs que permiten consultar disponibilidad de productos, hacer pedidos automatizados o integrar catálogos digitales. Esto facilita alianzas con marketplaces, apps de comparación de precios o asistentes virtuales.
- Transporte y movilidad
Apps de movilidad han creado APIs para que terceros accedan a información de rutas, tiempos estimados o disponibilidad de unidades. Esto permite que otras plataformas —como hoteles o aerolíneas— integren soluciones de transporte bajo demanda en su oferta de servicios.
- Logística
Empresas dedicadas a la paquetería y entregas ofrecen APIs para rastreo en tiempo real, cálculo de tarifas o programación de envíos desde sitios de ecommerce. Así, no solo prestan un servicio, sino que comercializan la tecnología detrás de su operación.
- Salud
Algunas startups de tecnología médica ya ofrecen APIs para validar historiales clínicos, programar citas, o acceder a información farmacológica. Esto agiliza la integración de soluciones en clínicas, aseguradoras y apps de salud.
La economía API en el contexto mexicano: ejemplos concretos
México, como un epicentro de innovación en Latinoamérica, no se queda atrás en la adopción y monetización de las APIs. Diversas empresas, no solo del sector financiero, están abriendo sus puertas digitales para colaborar y crear nuevas experiencias.
Telcos (Operadores de Telecomunicaciones): tradicionalmente enfocadas en ofrecer servicios de voz y datos, empresas como Telcel están explorando iniciativas de Open Gateway. Esto significa que están abriendo APIs que permiten a terceros desarrolladores y empresas acceder a funcionalidades de la red, como la ubicación de un dispositivo (con consentimiento del usuario), el envío de mensajes SMS masivos o la detección de fraudes en tiempo real. Esto permite que una empresa de logística, por ejemplo, integre directamente la ubicación de un cliente para una entrega más precisa, o que una plataforma de seguridad valide la identidad de un usuario a través de la red móvil.
Plataformas de E-commerce y Marketplaces: más allá de Mercado Libre, muchas tiendas online mexicanas utilizan APIs para integrar servicios de terceros que mejoran la experiencia del cliente. Por ejemplo, una tienda de moda puede usar APIs de proveedores de logística como Estafeta o DHL para ofrecer seguimiento de envíos en tiempo real dentro de su propia web, o APIs de procesadores de pago como Stripe o Conekta para ofrecer diversas opciones de pago sin que el cliente salga de su sitio. Incluso, algunos marketplaces mexicanos pueden estar ofreciendo APIs a sus vendedores para automatizar la carga de productos o la gestión de inventario.
Empresas mexicanas que desarrollan software de gestión empresarial, contabilidad o Customer Relationship Management (CRM) están cada vez más orientadas a API. Por ejemplo, soluciones como Contpaqi o Aspel pueden ofrecer APIs para que otras aplicaciones se conecten y, por ejemplo, automaticen la facturación electrónica o la sincronización de datos de clientes. Esto es oro puro para pymes que quieren integrar sus diferentes herramientas de negocio sin depender de una sola solución.
Además de lo mencionado con las telcos, las propias compañías de logística como 99 Minutos o Redpack pueden exponer APIs que permiten a las empresas integrar sus servicios de envío directamente en sus propios sistemas. Una tienda online, por ejemplo, podría calcular costos de envío en tiempo real o programar recolecciones de paquetes a través de la API de su proveedor logístico, sin necesidad de ir a su portal web.
Estos ejemplos muestran cómo la economía API está transformando la forma en que las empresas mexicanas operan y colaboran. Al abrir sus “bloques de LEGO” (sus APIs), no solo optimizan sus propios procesos, sino que permiten a un ecosistema más amplio construir soluciones innovadoras que benefician a más usuarios y generan nuevas oportunidades de negocio para todos. Es una visión de interconexión y valor compartido que impulsa el crecimiento en el panorama digital mexicano.
¿Qué sigue para las empresas mexicanas?
A medida que más negocios adoptan modelos digitales, las capacidades internas tecnológicas pueden convertirse en activos estratégicos. Esto requiere un cambio de visión: de ver la tecnología como un costo, a entenderla como una plataforma de crecimiento.
Empresas mexicanas —desde startups hasta grandes corporativos— tienen hoy la oportunidad de explorar la economía API como un camino viable hacia la diversificación y la colaboración digital.